Autor: Fernanda Arriola
Los humanos somos seres sociales por naturaleza, y, como tales, siempre buscamos el compañerismo en el otro, ya que está en nuestro ADN.
Desde el momento en que nacemos, nuestra familia son los primeros en enseñarnos el sentimiento de pertenencia, una vez crecemos, deseamos formar parte de un grupo y con ello buscamos la aceptación de parte de los demás; todos estos factores juntos construyen la identidad personal de cada uno.
Una vez somos adultos, esta necesidad social humana no cambia mucho, puesto que en nuestro mismo ambiente laboral solemos buscar sentirnos integrados en relación al equipo.
De acuerdo a un estudio elaborado por Journal of Personality and Social Psychology el sentimiento de no pertenencia en un grupo o, en este caso, a una empresa, puede generar problemas de salud mental como el estrés, ansiedad, e incluso, físicos. Provoca dilemas de autoconfianza, haciendo que el empleado se pregunte: “¿Pertenezco aquí? ¿Este lugar me da posibilidades de crecer? ¿Soy reemplazable?”
Caso contrario, si se hace una buena práctica de Recursos Humanos, habrá un mayor nivel de motivación de parte de los empleados, así como un mayor nivel de compromiso con la empresa. Esto sucede porque los colaboradores sienten que están siendo escuchados y que se les valora por el trabajo en el que se desempeñan. Ellos aceptarán de mejor forma las normas y valores de la entidad, laborando mejor al perseguir los objetivos individuales con lo que persigue la empresa.
Es por estos motivos que el sentido de pertenencia es un elemento esencial de la cultura organizacional de una empresa. La satisfacción de formar parte de un equipo que los toma en cuenta se verá reflejado en el desarrollo personal que tendrá el empleado dentro de la empresa, ya que su rendimiento profesional será mucho mayor.
